Después de las elecciones y el triunfo total del PRI, los ciudadanos que votamos debemos, ahora, exigir a los diputados el cumplimiento de su trabajo por encima de partidos e ideologías y aprovechar el impulso que las fiestas de julio le dieron a Oaxaca para reanudar el turismo e incentivar la economía.
Además de los programas que se están implementando para cambiar la imagen de la ciudad habría que proponer un programa que se enfoque a recobrar el respeto cívico a los ciudadanos de cualquier nivel socioeconómico, ideológico y sexual.
Para el progreso de toda sociedad es indispensable el valor del respeto, al no haberlo derivan una serie de actos que inexorablemente conllevan a la violencia.
Oaxaca era una ciudad tranquila hasta hace algunos años, añoramos todos los oaxaqueños caminar con tranquilidad por nuestras calles sin tener miedo a sufrir una agresión ya no sólo verbal sino física, vivir en armonía donde todos nos saludábamos sin anteponer egoísmos, envidias y/o rencores muchos de ellos injustificados.
El mal ejemplo que ha ido pasando de generación en generación y ha creado un clima enrarecido obliga a revertirlo a todos los oaxaqueños, en caso contrario, Oaxaca será tierra de nadie. No esperemos ver convertido a este hermoso estado en una entidad aterrorizada como las del norte del país o como Michoacán.
El cambio no se puede dar de la noche a la mañana, ciertamente, pero todo comienza con decisión y voluntad. Ojalá cada uno tenga el ánimo de querer cambiar esta situación.
1 comentario:
estoy de acuerdo con el comentario de la Editorial. Oaxaca es un estado bello; ahora que estoy fuera de mi tierra la valoro más. No quisiera que vivir desde el miedo o la violencia se convierta en la cotidianidad e indiferencia. Ciertamente se necesita de Voluntad y consciencia para promover el cambio. Saludos. María Teresa González
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