jueves, 24 de febrero de 2011

Editorial marzo 2011




A veces no comprendo al ser humano, ¿qué puede llevarlo a ser tan egoísta y enfrentarse unos a otros?
A lo largo de la historia han existido guerras, revoluciones, matanzas, genocidios ¿Pero no hemos aprendido de éstos para evitarlos? 

Nuestra mejor cualidad es el olvido, se nos olvida rápidamente el sufrimiento, el dolor, las carencias siempre que sean ajenas no serán trascendentales, nuestro interés es fugaz, es una máscara más que usamos para evitar mostrarle al mundo que simplemente no nos interesa nada.

No necesitamos ir más lejos para darnos cuenta de que no estamos exentos del deterioro de la sociedad, Oaxaca nuevamente vuelve a sufrir el azote de la ignorancia, de la incertidumbre, del temor ante situaciones a las que no deberíamos acostumbrarnos, mucho de ellas heridas casi intactas causadas por el conflicto del 2006.

Hay ejemplos en el mundo donde se impone la civilidad y el respeto hacia los demás al manifestarse en contra de las injusticias o defender algún ideal en busca del bien común, donde el uso de la violencia o las amenazas nunca han sido el camino a seguir.

Podemos estar de acuerdo o no con las diferentes ideologías políticas, religiosas, etcétera, pero esto no debe volvernos antipáticos y dejar que el mundo se derrumbe a nuestro alrededor, todos vivimos y convivimos en esta hermosa ciudad. ¿Acaso no extrañamos poder caminar con tranquilidad en el zócalo? ¿Pasear por sus calles sin sentirse amenazados ante un asalto? ¿Salir de casa con una sonrisa en los labios y no con la pesadumbre que causan los bloqueos?¿Sentirnos felices y agradecidos por la buena educación que reciben nuestros hijos y no sentir tristeza porque han perdido un día más de clases?

A todos nos duele la situación que se vive en Oaxaca y aquel que no lo sienta, es porque no ama esta tierra noble y generosa, que a pesar de todos los problemas siempre sale adelante, pero hay que recordar que todo tiene un fin. Necesitamos despertar del letargo para cambiar el rumbo de nuestra historia presente y futura, existe esperanza, fe y voluntad para cambiar las cosas, así que comencemos inmediatamente para hacerlo realidad.




1 comentario:

Michelle dijo...

Creo que además de fe y esperanza, debemos poner nuestro granito de arena para que Oaxaca vuelva a ser lo que era.
Debemos comenzar desde nuestro quehacer diario, comprometiéndonos con nosotros mismos y nuestros contemporáneos, el mundo se muede a partir de pequeños cambios, si cada uno comienza por realizar su trabajo con gusto y compromiso, por educar a sus hijos e inculcarles el respeto a sí mismo y los demás, creo que vamos comenzando a generar ese cambio, no esperemos que el cambio se de en los demás para poderlo hacer nosotros.